Una ficción hambrienta

La ficción lo tiene todo: mueve enormes cantidades de dinero en forma de producto de consumo, entretiene a las masas (elitistas o no), incluso instruye y culturiza.

La ficción sirve al artista para su obra, a la abuela para dormir a su nieta, al cotilla para contar sus chismes, y a la realidad para desear un ritmo, un clímax, un arco de transformación dramática, un punto de giro...

Englobada en un contexto artístico la ficción se convierte en nuestra vaca sagrada. La realidad queda entonces a su merced, y los sujetos reales son devorados sin contemplaciones por esta ficción hambrienta que se alimenta únicamente de un poco de imaginación y un mucho de realidad.

Mañana podrían robar tu vida y convertirte en personaje, y no podrás hacer nada.

btemplates

0 comentarios: