EL ATRACO (III)
Las chicas empujando los carros como posesas pierden paquetes de compresas en la carrera, los guardias intentando alcanzarlas antes de que lleguen a la puerta exterior corren cuanto pueden. Uno de ellos avisa por el walki de que desconecten la apertura automática de la puerta principal.
Los dos primeros carros derrapan para girar hacia la puerta. Se abren las puertas automáticas al detectar la presencia de las chicas.
La furgo derrapa frente a la puerta principal con la puerta lateral abierta. Las puertas automáticas se cierran súbitamente, pero los carros las bloquean.
La voz de la chica que va más retrasada lanza un ¿¿¡¡QUÉ!!?? y luego derrapa frenando con las suelas de sus deportivas.
Un niño con chupete en la boca se ha parado frente a su carro.
La chica le mira un instante con ternura. Su mirada se levanta un poco y ve a las otras dos chicas detrás del niño, junto a la puerta, estupefactas sin moverse mirando al nene. La Miran a ella. De pronto, al mirar detrás de ella, ven a los guardias que se acercan por detrás y se quedan con cara de no saber que hacer. La chica frente al niño les grita que corran. Se gira para ver a los guardias. Se vuelve para mirar al nene que no comprende nada. Detrás del nene se ve a las chicas saltando por encima de los carros y las compresas y echándolas en la furgo. Baja la mirada y guiña un ojo al nene. Levanta la cabeza, se hiergue y mira al frente con cara de mala.
El carro gira 180 grados, para enfrentarse a los guardias que paran en seco.
Como en un duelo ponen cara de malos. Ella también. La zarpa materna saca al niño con chupete de escena, la gente se aparta, una madre asustada empuja un carro de bebé para alejarse a toda prisa, de repente todo está muy quieto, silencioso. Cae un paquete de compresas a cámara lenta y provoca un estruendo como un disparo y nuestra chica comienza la carrera hacia los guardias que también corren hacia ella. La chica sigue corriendo con zancadas grandes, los pies de los guardias ganan velocidad, cierra los ojos y la carrera parece interminable, la chica abre un ojo y en ese momento: -POOOM!- oscuridad y un pitido agudo.
La chica despierta sacudiendo la cabeza sentada dentro del carro, encima de las compresas. Todo está borroso, la gente la mira estupefacta.
En un cuartucho mal iluminado por el haz de los monitores de vigilancia un guardia intenta poner una lámpara de interrogatorio sobre la mesa donde apoya nuestra chica los codos, pero el cable de corriente no llega y se desconecta justo cuando apoya la lámapara sobre la mesa. El compañero enciende la luz normal de la habitación y sonríe burlón.
Entra la jefa de seguridad enérgicamente, los otros dos se apartan, uno de ellos esconde unas revistas. La jefa mira a la chica de arriba abajo y sin esperar un instante pregunta en voz alta y potente: ¿Por qué robáis compresas?
La chica mira a la jefa de seguridad desde abajo, y acongojada traga saliva y piensa.
(continuará...)